Nada de lo que va a pasar, pasó.
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Por ejemplo, hablando de guiones y entretenimiento. Todo va a cambiar. A la fuerza. Por desgaste. Una Inteligencia Artificial va a poder replicar el formato. De hecho, ya lo hace. Estructura Netflix. Disney. Pixar. Estructuras de drama. De suspenso. Un plot twist al minuto ocho. Otro al veintidós. El Status Quo es la fuerza uno. La fuerza dos es lo opuesto. Un balance de tensiones entre ambos. El balance tiene que ser en cada una de las escenas. Cada escena necesita de un flop. Wow moment al minuto 68. Personajes secundarios y complementarios. Un antagónico. Veintidós escenas en interiores, ocho en exteriores. Final abierto o feliz. Lo que genere mayor memorabilidad.
Todo se va a voler predecible y fácil de replicar. No es tan fácil, pero será cuestión de datos. A mayor cantidad de datos, o sea, cuanto más repliquemos lo mismo, más info, más fácil de hacerlo para una Inteligencia Artificial. Opciones: No producir datos. Imposible. El mero hecho de existir es producir datos. Opción 2: Innovar. Constantemente. Incansablemente. A tal punto que, lo que pase, nos sorprenda a nosotros mismo. Sobre todo si lo creamos nosotros.
Si yo fuese Turing hoy mi test sería este:
Un viernes mi marido me dijo que había partido. Su equipo, que también es mi equipo, contra otro equipo de la tercera división, que también llegó a la final. El partido era tarde porque vivíamos en España. Una de la mañana en Málaga, nueve de la noche en Tucumán. ¿Qué sentido tiene jugar en Tucumán cuando los dos equipos son de ochocientos kilómetros? Preparamos todo. Compramos para tomar. Una picada y un par de pizzas. Vamos despacio que el partido es tarde, decía mi marido. A las siete ya se había abierto una lata de cerveza. No es fácil ver un partido cuando vivís en el exterior. Tenés que pagar o intentar encontrar una página web que lo pase. A eso de las once de la noche mi marido ya estaba completamente borracho. Las que vivimos con alcohólicos sabemos que el límite es lo que haya en la casa para tomar. O el desmayo. Otra no hay. Por el Facebook me enteré que el partido no era ese día. Era a la una de la mañana, si, pero del otro día. Sábado. Sábado en Argentina, domingo en España. Faltaba un día y mi marido ya tenía la camiseta puesta y cervezas. ¿Qué hago?. Le digo. No le digo. Le digo. No, no le digo. Tenía un pedo que decía ¨Si me duermo, despertame¨. Y lo desperté a la una de la mañana en punto. Rosario Central, nuestro equipo, contra Platense. Un equipo de la tercera división. Le puse un video viejo de Youtube. El último partido que habían jugado Platense y Central, cinco años atrás. Mi marido se despertó para gritar el gol. Y cuando terminó el partido. 1 a 0 para Central. Salimos campeón, dijo. Y se durmió. Mañana juega Central.
¿Sabés qué cambia? Todo cambia. La vida es tan grande que lo único que puede hacer para sobrevivir es comerse a sí misma. ¿Cuál es el miedo? Inteligencia Artificial. La punta del iceberg. Va a pasar lo que nunca pasó. Es que nada de lo que va a pasar, pasó.
por Nicolás Ferrario.